c. Manuel Arévalo Cáceres
Fuente:
c. Rocio Valencia H, Taller Antenor Orrego, c. Percy Murillo
Nota: Edición sobre la versión original.
c.
Manuel Arévalo Cáceres: héroe de las clases oprimidas
(Biografía
recogida de: “Historia del APRA: 1919-1945” de Percy Murillo
Garaycochea,
Lima, 1976)
Manuel
Arévalo Cáceres nació en el pueblo de Santiago de Cao, ubicado en
la
parte baja del Valle de Chicama. Sus padres fueron don Manuel Arévalo
Holguín
y doña Angelita Cáceres. Descendía de una familia que fué propietaria de
ubérrimas tierras de cultivo, que se fueron perdiendo con la expansión de la Hacienda Cartavio de propiedad
extranjera. Era el hijo mayor de una familia numerosa que tuvo que librar dura
lucha por la vida para poder sostener dignamente el hogar.
Manuel
Arévalo recibió las primeras enseñanzas en la escuela de primer grado que
dirigía don Pedro Zaldívar y destacó por su aguda inteligencia. A los 13 años
tuvo que abandonar la escuela y fué a trabajar a los campos de caña, percibiendo "el mísero salario de 25
centavos diarios" que no Iograban cubrir las más premiosas necesidades de la madre angustiada y enferma"(1).
De los campos de
caña, pasó a trabajar como aprendiz de mecánica en la Hacienda "Roma”
donde permaneció hasta 1919, año en que se iniciaron los movimientos obreros conducentes a la conquista de la jornada de 8
horas de trabajo. Al ser despedido de su trabajo por sus actividades
sindicales, fué a
parar
a la Hacienda Casa Grande, cuando contaba 16 años de edad (Enero de 1920).
Ingresó
como ayudante de mecánica en la sección talleres y desde el primer momento
desplegó intensa actividad sindical. Pese a que la empresa alemana tomaba
rígidas providencias para evitar la propagación de ideas revolucionarias,
Arévalo actuaba con gran sagacidad y divulgaba sus conocimientos mediante manifiestos
manuscritos que circularon profusamente entre sus componeros de trabajo y
causaron gran preocupación a los empresarios.
En
esta época se libra en Casa Grande una importante batalla sindical de la cual
fué protagonista el joven Arévalo. Luego de sucesivas reuniones clandestinas,
los obreros presentaron su pliego de reclamos. Como nadie se atrevía a llevarlo
ante el omnipotente Gerente de la hacienda, Arévalo tomó la
Iniciativa y entregó
el documento en su calidad de representantes de los trabajadores.
"No se le permitió salir de la oficina y fué reducido a prisión y llevado
por los esbirros fuera de la zona poblada con el propósito de expulsarlo a un
lugar lejano" (2). Los obreros de inmediato se declararon en huelga en señal de protesta y la gerencia de la
empresa tuvo que acceder a todas las reclamaciones planteadas.
Pero,
al poco tiempo, Arévalo y otros compañeros de trabajo, fueron apresados y
conducidos a Trujillo, viéndose él obligado a huir a la Capital de laRepública,
por las constantes amenazas que recibía.
Luego
de permanecer poco tiempo en el Callao, Arévalo retorna Trujillo, estuvo un
tiempo en el asiento minero de Quiruvilca y finalmente abrió su taller de
mecánica en el barrio de la Unión en Trujillo. Entre 1922 y 1923 fue activo
dirigente sindical. Se vinculó estrechamente con Antenor Orrego y participó en
las
actividades de las “Universidades Populares "González Prada”. Recordando
estos hechos, Orrego escribió a la muerte de Arévalo un emotivo y bello
articulo (“El Mártir de una Fé"), publicado originalmente en el N° 313 de
la revista "Claridad- de Buenos Aires. A ese artículo corresponde el siguiente
párrafo:
“Hace
quince años, más o menos, un Joven obrero, un niño casi, de porte atlético y de
perfil acusado y enérgico, incorpórese dentro de una vasta asamblea popular
para decirme unas cuantas palabras de salutación.
Era
Manuel Arévalo hablando en nombre del “Ateneo Popular” de Trujillo, que habíame
invitado a pronunciar una conferencia esa noche sobre la significación
histórica y revolucionaria del pensamiento de Manuel González Prada. En el
resto de la noche no pude apartar ya mi mirada de los ojos magnéticos de ese
mozo que parecía, más bien que oír, beber, sorber mis palabras. De sus pupilas se
derramaba sedienta de expresión, toda esa fiebre de justicia que encendió su
vocación de martirio hasta la muerte. Así se selló nuestra amistad para lo
futuro, y, así trabé conocimiento con una vida meteórica por la brevedad de su
trayectoria y por el esplendor de su fulguración".
Al
producirse la caída de Leguía, ya Arévalo era un cuajado dirigente sindical que
se incorporó desde el primer instante al naciente Partido Aprista.
A los 28 años de edad
era elegido representante parlamentario en la Asamblea Constituyente por el Departamento
de La Libertad. Actuó brillantemente en el
Parlamento. Quienes le conocieron afirman que era un orador nato de temple magnífico, que improvisaba oraciones extraordinarias,
con espontánea y encendida elocuencia. Marchó
al destierro cuando se desató la primera persecución contra el Partido
Aprista en los primeros meses de 1932. Estuvo
un tiempo en Colombia donde frecuentó la amistad de hombres ilustres como Germán Arciniegas y Alberto Lleras
Camargo, autor de una de las más certeras exégesis del Aprismo en aquellos
años. Estando desterrado en el Ecuador, en los primeros meses de 1933, recibió la orden de ingresar
clandestinamente al Perú junto con Pedro Muñiz.
Cumplió
con su deber sin titubeos en momentos en que la represión contra los apristas
era brutal.
Sus
excelentes cualidades de organizador le permitieron edificar la maquinaria de resistencia clandestina en la Región del
Norte, al reiniciarse la persecución en 1934. Se convirtió en una figura temida
y en una presa codiciada por la "soplonería". Muchos dirigentes
apristas de aquella época han afirmado que Arévalo
era el hombre escogido por Haya de la Torre para sucederlo en la jefatura del
PAP.
La
afirmación no parece exagerada o meramente especulativa con fines de
propaganda, si se tiene en cuenta que Arévalo se iba perfilando cada vez más
como un extraordinario dirigente
político. Por eso la tiranía había puesto a precio su cabeza pues se
conocía perfectamente que este modesto trabajador que trocó la lampa de
labriego y el yunque de mecánico por la lectura incansable-. era además un hombre
aguerrido y hercúleo, pleno de vitalidad y de energía a toda prueba.
En
otro artículo escrito por Antenor
Orrego, bajo el título "Martirio hasta más allá de la tumba" (diario "La
Tribuna", 13 de Noviembre, 1958), encontramos la siguiente información
complementaria a su muerte: "Fué, el de Arévalo, un martirio cruento que
se prolongó durante siete días largo. Las autoridades departamentales y el jefe de
investigaciones ordenaron la tortura sistemática del preso en el Cuartel donde
permanecía incomunicado, en Trujillo. Cada noche, a altas horas, se le
trasladaba a las ruinas de Chan-Chan, se
hacía la simulación del fusilamiento para amedrentarlo y se le punzaba el cuerpo
con las puntas aguzadas de las bayonetas para arrancarle delaciones de sus
compañeros. En ese entonces el que escribe estas líneas ejercía la Secretaría
General en La Libertad. Arévalo conocía el sitio de refugio así como los de los
otros miembros del Comité.
Hemos oído los
relatos espeluznantes de testigos, presenciales, horrorizados por los
sufrimientos del prisionero y por los métodos de sevicia inhumana
que se emplearon, en esa circunstancia. Empero,
no se le pudo arrancar una sola palabra delatora. Este calvario se dilató
por espacio de una semana, como hemos dicho. Agotadas las fuerzas del
torturado, ya casi moribundo, se ordenó desde Lima, apresuradamente, su
traslado Inmediato".
Haya del Torre proclamó
en discurso inolvidable del 17 de
febrero de 1946 estas conmovedoras y premonitorias palabras para la
juventud: “Quisiera que ustedes los mas
jóvenes siguieran su preclaro ejemplo. Por que el fue no solamente un gran
líder obrero sino un heroico ciudadano y un autodidacta de extraordinaria
cultura para su edad. Representante al Congreso a los 28 años, mártir a los 33.
Arévalo fue fuerte de mente y de cuerpo: y unió en su vida extraordinaria todas
las más superiores cualidades del hombre integral”
El martirio de
Arévalo se prolongó más allá de la tumba. Ni siquiera sus huesos tuvieron
derecho al descanso eterno de la tumba. De acuerdo a una
versión proporcionada por Nicanor
Mujica, los huesos de Arévalo fueron rescatados dos años después por los
apristas en plena clandestinidad. Haya de la Torre por mucho tiempo, "los
guardó cerca, esperando la hora de rendirles el tributo fúnebre que merecía,
hasta que la policía, en otro asalto, se los arrebató". Los despojos de Arévalo se convirtieron así
en un fatídico trofeo
Homenaje
de Haya de la Torre a Manuel Arévalo y mensaje final a la juventud obrera
En febrero de 1946
el partido aprista organiza un hermosísimo homenaje a la memoria del valiente
en el lugar sagrado de su inmolación, en Cerro Colorado. En dicha ocasión Haya
de la Torre diría emocionado:
“Aquí
ha quedado, tras de su sacrificio, la batalla de un pueblo, que recogiendo en sus
espíritus el grito de su protesta y el ejemplo digno de su silencio mortal, ha
escrito en la más dura y brillante página de la historia de la gloria, el
nombre de Manuel Arévalo. Ha quedado con una ánfora nueva y resonante de heroísmo
en sus vidas, con la valentía de sus gestos prendida de sus voces, con el yelmo
azulado de sus esperanzas abriendo el derrotero de la libertad en América. Ha
quedado su plenitud de vida recordando su entrega a la muerte, por la salvación
del Perú” (extracto de “La Tribuna” del
16 de Febrero de 1946)
Han
pasado ya 63 años de la partida de Arévalo y treinta de la partida de Haya de la
Torre: aquel sueño de igualdad a través del estudio y de la propia capacitación
se ha ido desdibujando en la triste neblina del tiempo. Nos toca a los justos
de hoy, el compromiso de despertar esa fe y de
sacrificar
nuestro esfuerzo y nuestro tiempo en la capacitación del prójimo.
c. Rocío Valencia H.
(1)
Tello Salavarria, Alfredo: "Aspectos de la Vida y la Muerte Heróica del
Mártir de una Fé: Manuel ArévaIo".
Artículo
escrito en Febrero de 1946 y reproducido en el FoIleto: ---HEROE Y MARTIR DEL
FRENTE UNICO---. Sec.
de
Prensa y Propaganda del CED de La Libertad, Febrero de 1976.
(2)
Cáceres Aguilar, Luis: ---“La Vida Luminosa de Manuel Arévalo Cáceres”.
Artículo del folleto antes citado.
(3)
Sánchez, Luis Alberto, “Haya de la Torre y el Apra", pp. 355-56.
0 comentarios:
Publicar un comentario