domingo, 16 de junio de 2013

c. Manuel Arevalo Caceres






c. Manuel Arévalo Cáceres
Fuente: c. Rocio Valencia H, Taller Antenor Orrego, c. Percy Murillo
Nota: Edición sobre la versión original.

c. Manuel Arévalo Cáceres: héroe de las clases oprimidas
(Biografía recogida de: “Historia del APRA: 1919-1945” de Percy Murillo
Garaycochea, Lima, 1976)

Manuel Arévalo Cáceres nació en el pueblo de Santiago de Cao, ubicado en
la parte baja del Valle de Chicama. Sus padres fueron don Manuel Arévalo
Holguín y doña Angelita Cáceres. Descendía de una familia que fué propietaria de ubérrimas tierras de cultivo, que se fueron perdiendo con la expansión de la Hacienda Cartavio de propiedad extranjera. Era el hijo mayor de una familia numerosa que tuvo que librar dura lucha por la vida para poder sostener dignamente el hogar.

Manuel Arévalo recibió las primeras enseñanzas en la escuela de primer grado que dirigía don Pedro Zaldívar y destacó por su aguda inteligencia. A los 13 años tuvo que abandonar la escuela y fué a trabajar a los campos de caña, percibiendo "el mísero salario de 25 centavos diarios" que no Iograban cubrir las más premiosas necesidades de la madre angustiada y enferma"(1).

De los campos de caña, pasó a trabajar como aprendiz de mecánica en la Hacienda "Roma” donde permaneció hasta 1919, año en que se iniciaron los movimientos obreros conducentes a la conquista de la jornada de 8 horas de trabajo. Al ser despedido de su trabajo por sus actividades sindicales, fué a
parar a la Hacienda Casa Grande, cuando contaba 16 años de edad (Enero de 1920).

Ingresó como ayudante de mecánica en la sección talleres y desde el primer momento desplegó intensa actividad sindical. Pese a que la empresa alemana tomaba rígidas providencias para evitar la propagación de ideas revolucionarias, Arévalo actuaba con gran sagacidad y divulgaba sus conocimientos mediante manifiestos manuscritos que circularon profusamente entre sus componeros de trabajo y causaron gran preocupación a los empresarios.

En esta época se libra en Casa Grande una importante batalla sindical de la cual fué protagonista el joven Arévalo. Luego de sucesivas reuniones clandestinas, los obreros presentaron su pliego de reclamos. Como nadie se atrevía a llevarlo ante el omnipotente Gerente de la hacienda, Arévalo tomó la
Iniciativa y entregó el documento en su calidad de representantes de los trabajadores. "No se le permitió salir de la oficina y fué reducido a prisión y llevado por los esbirros fuera de la zona poblada con el propósito de expulsarlo a un lugar lejano" (2). Los obreros de inmediato se declararon en huelga en señal de protesta y la gerencia de la empresa tuvo que acceder a todas las reclamaciones planteadas.

Pero, al poco tiempo, Arévalo y otros compañeros de trabajo, fueron apresados y conducidos a Trujillo, viéndose él obligado a huir a la Capital de laRepública, por las constantes amenazas que recibía.

Luego de permanecer poco tiempo en el Callao, Arévalo retorna Trujillo, estuvo un tiempo en el asiento minero de Quiruvilca y finalmente abrió su taller de mecánica en el barrio de la Unión en Trujillo. Entre 1922 y 1923 fue activo dirigente sindical. Se vinculó estrechamente con Antenor Orrego y participó en
las actividades de las “Universidades Populares "González Prada”. Recordando estos hechos, Orrego escribió a la muerte de Arévalo un emotivo y bello articulo (“El Mártir de una Fé"), publicado originalmente en el N° 313 de la revista "Claridad- de Buenos Aires. A ese artículo corresponde el siguiente párrafo:
“Hace quince años, más o menos, un Joven obrero, un niño casi, de porte atlético y de perfil acusado y enérgico, incorpórese dentro de una vasta asamblea popular para decirme unas cuantas palabras de salutación.

Era Manuel Arévalo hablando en nombre del “Ateneo Popular” de Trujillo, que habíame invitado a pronunciar una conferencia esa noche sobre la significación histórica y revolucionaria del pensamiento de Manuel González Prada. En el resto de la noche no pude apartar ya mi mirada de los ojos magnéticos de ese mozo que parecía, más bien que oír, beber, sorber mis palabras. De sus pupilas se derramaba sedienta de expresión, toda esa fiebre de justicia que encendió su vocación de martirio hasta la muerte. Así se selló nuestra amistad para lo futuro, y, así trabé conocimiento con una vida meteórica por la brevedad de su trayectoria y por el esplendor de su fulguración".

Al producirse la caída de Leguía, ya Arévalo era un cuajado dirigente sindical que se incorporó desde el primer instante al naciente Partido Aprista.

A los 28 años de edad era elegido representante parlamentario en la Asamblea Constituyente por el Departamento de La Libertad. Actuó brillantemente en el Parlamento. Quienes le conocieron afirman que era un orador nato de temple magnífico, que improvisaba oraciones extraordinarias, con espontánea y encendida elocuencia. Marchó al destierro cuando se desató la primera persecución contra el Partido Aprista en los primeros meses de 1932. Estuvo un tiempo en Colombia donde frecuentó la amistad de hombres ilustres como Germán Arciniegas y Alberto Lleras Camargo, autor de una de las más certeras exégesis del Aprismo en aquellos años. Estando desterrado en el Ecuador, en los primeros meses de 1933, recibió la orden de ingresar clandestinamente al Perú junto con Pedro Muñiz.

Cumplió con su deber sin titubeos en momentos en que la represión contra los apristas era brutal.

Sus excelentes cualidades de organizador le permitieron edificar la maquinaria de resistencia clandestina en la Región del Norte, al reiniciarse la persecución en 1934. Se convirtió en una figura temida y en una presa codiciada por la "soplonería". Muchos dirigentes apristas de aquella época han afirmado que Arévalo era el hombre escogido por Haya de la Torre para sucederlo en la jefatura del PAP.

La afirmación no parece exagerada o meramente especulativa con fines de propaganda, si se tiene en cuenta que Arévalo se iba perfilando cada vez más como un extraordinario dirigente político. Por eso la tiranía había puesto a precio su cabeza pues se conocía perfectamente que este modesto trabajador que trocó la lampa de labriego y el yunque de mecánico por la lectura incansable-. era además un hombre aguerrido y hercúleo, pleno de vitalidad y de energía a toda prueba.

En otro artículo escrito por Antenor Orrego, bajo el título "Martirio hasta más allá de la tumba" (diario "La Tribuna", 13 de Noviembre, 1958), encontramos la siguiente información complementaria a su muerte: "Fué, el de Arévalo, un martirio cruento que se prolongó durante siete días largo.  Las autoridades departamentales y el jefe de investigaciones ordenaron la tortura sistemática del preso en el Cuartel donde permanecía incomunicado, en Trujillo. Cada noche, a altas horas, se le trasladaba a las  ruinas de Chan-Chan, se hacía la simulación del fusilamiento para amedrentarlo y se le punzaba el cuerpo con las puntas aguzadas de las bayonetas para arrancarle delaciones de sus compañeros. En ese entonces el que escribe estas líneas ejercía la Secretaría General en La Libertad. Arévalo conocía el sitio de refugio así como los de los otros miembros del Comité.

Hemos oído los relatos espeluznantes de testigos, presenciales, horrorizados por los sufrimientos del prisionero y por los métodos de sevicia inhumana que se emplearon, en esa circunstancia. Empero, no se le pudo arrancar una sola palabra delatora. Este calvario se dilató por espacio de una semana, como hemos dicho. Agotadas las fuerzas del torturado, ya casi moribundo, se ordenó desde Lima, apresuradamente, su traslado Inmediato".

Haya del Torre proclamó en discurso inolvidable del 17 de febrero de 1946 estas conmovedoras y premonitorias palabras para la juventud: “Quisiera que ustedes los mas jóvenes siguieran su preclaro ejemplo. Por que el fue no solamente un gran líder obrero sino un heroico ciudadano y un autodidacta de extraordinaria cultura para su edad. Representante al Congreso a los 28 años, mártir a los 33. Arévalo fue fuerte de mente y de cuerpo: y unió en su vida extraordinaria todas las más superiores cualidades del hombre integral”

El martirio de Arévalo se prolongó más allá de la tumba. Ni siquiera sus huesos tuvieron derecho al descanso eterno de la tumba. De acuerdo a una versión proporcionada por Nicanor Mujica, los huesos de Arévalo fueron rescatados dos años después por los apristas en plena clandestinidad. Haya de la Torre por mucho tiempo, "los guardó cerca, esperando la hora de rendirles el tributo fúnebre que merecía, hasta que la policía, en otro asalto, se los arrebató". Los despojos de Arévalo se convirtieron así en un fatídico trofeo

Homenaje de Haya de la Torre a Manuel Arévalo y mensaje final a la juventud obrera

En febrero de 1946 el partido aprista organiza un hermosísimo homenaje a la memoria del valiente en el lugar sagrado de su inmolación, en Cerro Colorado. En dicha ocasión Haya de la Torre diría emocionado:

“Aquí ha quedado, tras de su sacrificio, la batalla de un pueblo, que recogiendo en sus espíritus el grito de su protesta y el ejemplo digno de su silencio mortal, ha escrito en la más dura y brillante página de la historia de la gloria, el nombre de Manuel Arévalo. Ha quedado con una ánfora nueva y resonante de heroísmo en sus vidas, con la valentía de sus gestos prendida de sus voces, con el yelmo azulado de sus esperanzas abriendo el derrotero de la libertad en América. Ha quedado su plenitud de vida recordando su entrega a la muerte, por la salvación del Perú” (extracto de “La Tribuna” del 16 de Febrero de 1946)

Han pasado ya 63 años de la partida de Arévalo y treinta de la partida de Haya de la Torre: aquel sueño de igualdad a través del estudio y de la propia capacitación se ha ido desdibujando en la triste neblina del tiempo. Nos toca a los justos de hoy, el compromiso de despertar esa fe y de
sacrificar nuestro esfuerzo y nuestro tiempo en la capacitación del prójimo.


c. Rocío Valencia H.

(1) Tello Salavarria, Alfredo: "Aspectos de la Vida y la Muerte Heróica del Mártir de una Fé: Manuel ArévaIo".
Artículo escrito en Febrero de 1946 y reproducido en el FoIleto: ---HEROE Y MARTIR DEL FRENTE UNICO---. Sec.
de Prensa y Propaganda del CED de La Libertad, Febrero de 1976.
(2) Cáceres Aguilar, Luis: ---“La Vida Luminosa de Manuel Arévalo Cáceres”. Artículo del folleto antes citado.
(3) Sánchez, Luis Alberto, “Haya de la Torre y el Apra", pp. 355-56.

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